¿PORQUE EL 7 ES NUMERO DE BUENA SUERTE?
Es sin lugar a dudas, el número 7 ocupa un lugar de privilegio en la simbología de diversas religiones y escuelas espirituales de Oriente y Occidente. Desde los judíos hasta los católicos, pasando por los hindúes y los teósofos, vemos una continua repetición de este número místico y es nuestra intención reseñar su presencia en estas tradiciones.
El siete judaico
Iniciando nuestro recorrido por la tradición hebrea y utilizando al Antiguo Testamento como guía, encontramos en el comienzo mismo de la Sagrada Biblia al número 7 cuando Dios crea el mundo:
"Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo (...) y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó" (Génesis 2:2-3)
De esta forma el mundo es creado, haciéndose el hombre dueño y señor de la Tierra, hasta que Jehová-Dios decide castigarlo por su iniquidad. Elige entonces a Noé para preservar las especies animales en un arca, encomendándole una misión:
"De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y hembra (...) también de las aves de los cielos, siete parejas (...) para conservar viva la especie sobre la faz de la Tierra. Porque pasados aún siete días, yo haré llover (...) y raeré de la faz de la Tierra a todo ser viviente que hice" (Génesis 7:2-4)
El servidor de Dios obedece y el diluvio universal se cierne sobre el planeta al séptimo día del último aviso divino (Génesis 7:10). El arca navegó un tiempo hasta que "reposó el mes séptimo" (Génesis 8:4) y Noé envió a una paloma para divisar tierra firme, esperando "siete días, y volviendo a enviarla fuera del arca" siete días después. (Génesis 8:10)
Años más tarde –y continuando con la cronología bíblica-, Josué intenta atacar la amurallada ciudad de Jericó y al pedir consejo a Dios, éste le recomienda la siguiente:
"Rodearéis la ciudad todos los hombres de guerra (...) y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad; y los sacerdotes tocarán las bocinas" (Josué 6:3-4)
Josué obedeció a su Señor y ante las siete trompetas de los sacerdotes, las murallas de Jericó se desplomaron y se pudo tomar la ciudad.
En los rituales y las fiestas judías también está muy presente el número siete. Por ejemplo, la fiesta hebrea de las cosechas era exactamente siete semanas después de la primavera, a la tierra se la dejaba descansar por siete años y las grandes asambleas se realizaban regularmente el séptimo mes del año. En Levítico 23:41 leemos:
"Y le haréis fiesta a Jehová de siete días cada uno; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo lo haréis. Habitaréis en tabernáculos siete días".
Es tan profusa la aparición del siete en el Antiguo Testamento que se podrían llenar páginas y páginas con sus intervenciones en la historia de este antiguo pueblo semita. Simplemente recordaremos algunas: las siete lámparas del Tabernáculo (Éxodo 37:23), la sangre esparcida siete veces (Levítico 16:19), los siete caminos de los enemigos de Jehová (Deuteronomio 28:7), el Templo de Salomón construido en siete años (1 Reyes 6:38), los festejos de este rey (1 Reyes 8:65), las siete plagas (Éxodo 7 y Zacarías 3:9, 4:2, 4:10), el duelo de Jacob (Génesis 50:3 y 50:10), el servicio de este por Raquel (Génesis 29:20 y 29:30), la postración siete veces (Génesis 33:3), el sueño de Faraón (Génesis 41:2-3, 41:6 y 41:27-29), etc.
El siete católico
La religión católica romana heredó del judaísmo esa predilección especial por el número siete, que se ve plasmada en los siete sacramentos de la Iglesia (Bautismo, Confirmación, Penitencia, Comunión, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio) y en los siete pecados capitales (Pereza, Orgullo, Ira, Codicia, Envidia, Lujuria y Gula).
Siete son las Virtudes, divididas en tres teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y cuatro cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza).
El Espíritu Santo es –según el catolicismo- "fuente de todos los dones y más particularmente de los siete llamados del Espíritu Santo. Estos dones (...) son siete energías que Él mismo se digna infundir en nuestras almas cuando penetra en ellas por gracia vivificante" (Del "Misal Breve y Devocionario", Bs. As, 1949). Estos dones son: Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios.
En las revelaciones de Santa Isabel se dice que Jesús ha prometido cuatro gracias especiales a los que compartan los dolores de su Madre, que la Iglesia denomina "la corona de los siete dolores de María", que comprende los sufrimientos de la Virgen, rezándole siete avemarías por cada uno de ellos, es decir que se pronuncian siete oraciones en siete veces.
La oración que el Cristo reveló a sus discípulos en Mateo 6:9 se compone de siete súplicas, que son llamadas las siete peticiones del Padre Nuestro. A saber:
Santificado sea tu nombre.
Venga tu Reino.
Hágase tu Voluntad.
Danos nuestro pan de cada día.
Perdona nuestra ofensas.
No nos dejes caer en tentación.
Líbranos del mal.
Algunos de los simbolismos católicos los podemos leer en un sencillo poema infantil que era recitado por en los colegios salesianos a principios del siglo XX. El mismo dice:
"De cabales siete días se compone la semana.
Grecia contó siete sabios según la historia relata;
Siete son las musicales notas del pentagrama,
Hasta siete se elevaron en el Egipto las plagas
Y siete son las cabrillas que nunca llegan a cabras.
En el pecho de la virgen vemos siempre siete espadas,
Los siete inmensos dolores que su corazón traspasan.
Los sagrarios siete son y son siete las semanas
Que componen la cuaresma. La Madre Iglesia nos manda
La observancia de los siete sacramentos que señala;
Los pecados capitales a siete también alcanzan,
Y contra estos siete vicios, siete virtudes se hallan
Siete son los gozos, siete colores forman la faja
Que llamamos Arco Iris. Fueron siete, según fama,
Los durmientes que hubo en Roma y si la historia no marra
Siete niños hubo en Ecija de malísima calaña
Y todos sietemesinos. La codorniz enjaulada
Siete golpes llega a dar y si de los siete pasa,
No es codorniz, es fenómeno; y aquí este romance acaba
¡Demonios, pues no me he hecho un siete en la americana!
(Tomado de "El amigo de la niñez, Montevideo, 1915)
El siete apocalíptico
No podemos dejar atrás al cristianismo sin referirnos siquiera al Apocalipsis de San Juan. Este libro –el último de la Biblia-esté escrito en un lenguaje alegórico y nos relata la destrucción de nuestro mundo o el fin de la civilización tal como la conocemos.
La aparición del siete en el Apocalipsis es contínua. Es así que San Juan nos habla en sus visiones de siete iglesias (Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea), de siete espíritus ante el trono de Dios (Apocalipsis 1:4), de siete sellos (Apocalipsis 5:1), de siete trompetas (Apocalipsis 8:2) y de siete copas de oro (Apocalipsis 17:3).
La Bestia escarlata de estos últimos tiempos "llena de nombres de blasfemia" tenía siete cabezas y diez cuernos, significando esas cabezas los siete montes donde se sienta la mujer apocalíptica (Apocalipsis 17:9), existiendo además siete reyes (Apocalipsis 17:10). Estos siete montes nos recuerdan a Roma, también conocida como "la ciudad de los siete montes". Por esta razón algunos críticos anticlericales han visto en esta Bestia a la propia Iglesia Romana.
Como hemos apreciado, este número se repite –como ningún otro- en la tradición judeo-cristiana. Pero ¿es este un número simbólico a la luz del conocimiento occidental o también se repite en las tradiciones de Oriente?
El siete en Oriente
Según los Puranas, los hindúes reconocen siete ramas del saber: Raja, Karma, Jnana, Hatha, Laya, Bhakti y Mantra, habiéndose difundido en Occidente la rama de Hatha Yoga o yoga físico.
En la India hay siete centros de peregrinación o "nágara", es decir siete ciudades sagradas, en el cual el hindú puede obtener la beatitud eterna: Ayodhya, Máthura, Gaya, Casi (Benarés), Kânci, Avanti y Dvâraka.
Esta filosofía nos habla de siete centros de energía principales llamados "chakras" (del sánscrito "ruedas") que se encuentran en los cuerpos sutiles del hombre. Estos siete chakras se conocen como Sahasrara (Coronilla), Ajna (Entrecejo), Vishudda (Garganta), Anahata (Corazón), Manipura (Región lumbar), Swadisthana (Genitales) y Muladhara (Coxis).
Las referencias al siete en las obras de la India son innumerables, y las encontramos principalmente en los Vedas y los Puranas. No en vano afirmaba el Yoghi Kharishnanda: "El número siete aparece, y no por capricho sino por razones ocultas. (...) Algo ha de tener escondido el número siete cuando tanto y tanto se repite por doquier". ("Teosofía práctica", Barcelona)
Los teósofos, en especial Helena Petrovna Blavatsky, se encargaron de difundir los simbolismos orientales del número siete en occidente a través de diversas obras.
En las obras teosófico-blavatskianas se habla de la constitución septenaria del hombre, es decir de los siete cuerpos que reciben los siguientes nombres:
Sthula Sharira, Linga Sharira, Kama Rupa, Kama Manas, Manas, Buddhi y Atma.
El investigador danés Max Heindel que difunde estos conceptos en un lenguaje cristiano-rosacruz los define de esta manera:
Cuerpo denso, cuerpo vital, cuerpo de deseos, mente, espíritu humano, espíritu de vida y espíritu divino.
En la mayoría de las tradiciones esotéricas post-blavatskianas encontramos a este hombre septenario. El musulmán Mirza Murad Ali Ber se refería a esto al decir que "en el verdadero hombre hay realmente siete hombres".
Madame Blavatsky reveló al mundo el plan evolutivo de la Tierra a través de siete razas-raíces: Polar, Hiperbórea, Lemúrica, Atlante, Aria (actual), Koradí y Futura). Cada una de las razas se divide en siete subrazas. Según el concepto teosófico –basado en las tradiciones orientales- el número siete es el número del universo pues todos los ciclos cósmicos están regidos por él.
Algunos sucesores de H.P.Blavatsky se concentraron en el estudio de los siete rayos que son "siete canales a través de los cuales fluye todo lo que existe en el sistema solar, las siete características predominantes, o modificaciones de la vida, que no sólo se aplican a la humanidad sino también a los siete reinos". (A.A.B.: "Tratado sobre los siete rayos" T.1) Los siete rayos reciben los siguientes nombres:
El Rayo de Poder, Voluntad o Propósito.
El Rayo de Amor-Sabiduría.
El Rayo de Inteligencia Activa Creadora.
El Rayo de Armonía a través del Conflicto.
El Rayo de Ciencia Concreta o Conocimiento.
El Rayo de Idealismo o Devoción.
El Rayo de Orden o de Magia Ceremonial.
La obra más completa sobre este tema es "Tratado sobre los siete rayos" (5 tomos) de Alice Ann Bailey.
Otras apariciones del siete
En la mayoría de los grupos esotéricos, órdenes y sectas, el siete se distingue entre los demás números. Sin embargo, en la Masonería y en algunas tradiciones rosacruces predomina otro el número tres antes que el siete. De todas formas, Lorenzo Frau Abrinés afirma que el siete "es un número misterioso y simbólico, representación de la armonía universal, símbolo de la vida y de la perfección y desempeña un papel importantísimo en la francmasonería, por la intervención que tiene en casi todos los grados de casi todos los ritos (...) La aplicación del siete se halla tan íntimamente ligada con la ciencia, la doctrina y la historia, la organización y el ritualismo masónico que es imposible encontrar algo de él que no se halle más o menos relacionado con su misterioso simbolismo".
Una logia masónica es llamada "perfecta" cuando está formada por siete miembros, aunque con cinco se puede abrir una.
Los antiguos egipcios "dividían la faz del cielo en siete partes. El cielo primitivo era, pues, séptuple". Gerald Massey decía que "la primera forma del siete místico se veía figurada en el cielo por las siete estrellas de la Osa Mayor, la constelación asignada por los egipcios a la Madre del Tiempo y de los siete poderes elementales".
La doctrina hermética, surgida en Egipto y difundida en la actualidad a través del libro "El Kybalión" se refiere a los siete principios del Universo: Mentalismo, Correspondencia, Vibración, Polaridad, Ritmo, Causa-Efecto, y Generación.
Los herederos del saber de Hermes Trimegisto fueron los alquimistas del Medioevo, que escondían sus conocimientos usando alegorías y símbolos, entre ellos los siete planetas místicos, que correspondían a siete metales. Afirmaban también que "todo proviene del éter y sus siete naturalezas".
Como hemos visto, el siete aparece por doquier, tanto en las tradiciones de Oriente como en las de Occidente.
POR: MARIO PICCONE DIAZ.
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